Dios y el diablo se van del brazo
Alguna vez, en mi época de ingenuidad, lei a algún autor que sugería que Cristo y el diablo eran las dos caras de una misma moneda.
Con el tiempo llegué a entenderlo.
Lo que el creyente tan ingenuo no sabe es que cuando se van, Jesús y Lucifer se van del brazo para nunca más volver. Uno no se vuelve satanista. Uno no juega al luciferianismo para espantar viejitas beatas.
Son ilusiones, espejismos, productos psíquicos de la mente. Hay tantos Jesús y Lucifer como creyentes, cada cual se fabrica unos a su medida y todos creen , y no llegan a ver el absurdo del desafío eterno entre Dios y el Diablo.
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